La madurez y la estabilidad de una democracia se mide, entre otras cosas, por la ‘calidad’ del sistema judicial, entendida esa ‘calidad’ como la imparcialidad, la firmeza, la universalidad y lo que parece redundante, la justicia.
Cada cierto tiempo aparece en la actualidad informativa algún veredicto que nos deja la amarga sensación de que, en este país, sale más a cuenta ser un sinvergüenza o un asesino que un ciudadano honrado. Así de duro.
Esta semana hemos conocido la sentencia del llamado ‘crimen de los tirantes’ en el que un canalla, una verdadera alimaña, llamado Rodrigo Lanza Huidobro mató a golpes a Víctor Laínez por su estética y tener la osadía de lucir unos tirantes con la bandera española.
Ésta es de esas sentencias que te dan ganas de revolverte y decir «hasta aquí hemos llegado». Imaginen ser el hermano, el hijo, el padre o la madre de Víctor Laínez y que la muerte por la espalda de ese ser querido a manos de una cucaracha cobarde, quede saldada con 5 años de cárcel y que, en unos pocos meses, el asesino pueda beneficiarse de los permisos penitenciarios.
No me digan que no es indignante pensar que cualquier antisistema, en este caso chileno de nacimiento, pueda agredirte por la espalda simplemente por lucir la bandera española en los tirantes, en la gorra o en el cinturón y encima quede prácticamente impune por eso de que igual Víctor Laínez era un fascista, porque lo que le mató fue la caída tras el golpe en la nuca y porque como cuando cayó al suelo murió prácticamente en el acto y las sucesión de golpes al cuerpo inerte no son constitutivos de ensañamiento.
Pero si ya la indignación no fuese suficiente, hay que recordar que el tal Rodrigo Lanza ya fue condenado a 5 años de prisión por dejar tetrapléjico a Juan José Salas, un policía local de Barcelona al tirarle desde una casa ‘okupa’ una maceta a la cabeza rompiéndole el cráneo por 4 sitios. Juan José Salas de tan solo 39 años y cuatro hijos, quedó postrado en una silla de rueda para toda su vida y la sabandija de Lanza al poco tiempo ya se encontraba tomando cubatas y fumando porros mientras determinados medios de comunicación le ungían como héroe entre la escoria antisistema, haciéndole incluso un documental y dejándole como víctima de un montaje policial.
Así es España y de este modo, Rodrigo Lanza saldrá de prisión en verano del próximo año, ahora ya alejado de la estética piojosa y aparentando ser un niño pijo con ojos de cordero degollado.
Cuídense de lucir una bandera española porque ya saben que, si se topan con alguien como este despojo humano, su muerte solo costará 5 años de pena.
Juan Pablo García Valadés
Socio Fundador de Acción Liberal
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