Foto: El Mundo
En las elecciones del 28 de Noviembre del 2010 al Parlamento de Cataluña la formación ERC sacó 10 diputados. Al mando del partido republicano se encontraba Joan Puigcerdos, el número de votos obtenidos fue de 218.000, cuatro años antes, con Carod Rovira obtuvieron 416.000. Tras la debacle electoral del 2010, Oriol Junqueras se hizo con los mandos del partido.
El ascenso fue imparable, en las elecciones del 2017 el partido consiguió 935.000 votos y 32 diputados, y así ser socio de Gobierno. Y con este ascenso, llegó la rebelión contra prácticamente todo el ordenamiento jurídico, y con ella lo que pensaba que era su caída.
Sin embargo, tras una encarcelación, allá por 2017, y la traicionera huida de Puigdemont, Junqueras decidió aumentar la presión sobre JxCat, enésima reencarnación de los conservadores catalanes. Antes socios, y ahora enemigos, usan al movimiento independentista como arma arrojadiza para dañar al adversario. Hoy, con la destitución de Torra y la bronca entre los dos socios, el camino a la Presidencia de la Generalidad queda expedito. Solo hay un inconveniente: Junqueras no puede asumir el cargo. Tendrá que elegir a alguien de confianza para, desde la cabeza del ejecutivo catalán, presionar al resto de España.
Pocos políticos pueden presumir de haber derrotado a todos sus rivales incluso después de lo que parecía su definitivo ocaso: una condena de 13 años por sedición y malversación. Si mantener férreamente las riendas de un partido es difícil, no hay peores condiciones para hacerlo que estar en una celda.
Aunque el estar en prisión no ha impedido que le fueran a visitar, desde el vicepresidente actual, hasta los líderes sindicales, todo para negociar el futuro gobierno de España. Y también desde los barrotes, dirigirá la futura y seguramente exitosa campaña electoral que, según todas las estimaciones, llevará a ERC a presidir el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Cataluña.
Junqueras con la mano derecha gobernará una de las comunidades más ricas de España y con la izquierda tendrá la llave para que continúe el Gobierno progresista de Pedro Sánchez. No hay límites a su poder, ahora va a por el “indulto técnico” con la reducción de la pena por el delito de sedición.
¿Podemos decir ahora que se ha convertido en el hombre más poderoso de nuestro país?
Solo queda preguntarnos si conseguirá seguir su ascenso, o si acaso, le sucederá como a Ícaro, que voló demasiado alto, acercándose al Sol y cayó de nuevo a tierra con sus alas derretidas.
Daniel León
Socio de Acción Liberal
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