Tras la aparición de la crisis por la enfermedad Covid19, nuestro mundo ha cambiado haciéndose irreconocible. Aunque muchos crean que es posible volver a nuestro estado anterior será imposible que las cosas vuelvan a  ser lo que fueron.

El teletrabajo es una realidad, no han hecho falta costosos planes gubernamentales para conciliar los horarios, ni una profusa legislación para que las empresas envíen a sus trabajadores a casa, en dos semanas millones de ciudadanos del mundo lo han hecho realidad. También la teleformación demuestra que la escuela tradicional que muchos se empeñan en mantener a pesar de los avances tecnológicos ha llegado para quedarse. ¿Qué mejor manera de facilitar la conciliación familiar y el ahorro de recursos? Ciudades sin atascos, ha bajado la contaminación, el tráfico de drogas se ha detenido, en definitiva, empieza a desarrollarse una nueva conciencia en la que protegiéndose uno mismo protege también a todos los demás.

Al tiempo que muchos funcionarios públicos están en casa sin poder desarrollar el poco trabajo que tenían antes y sin saber que a partir de ahora son todavía menos necesarios. Las empresas privadas nos brindan todos los servicios que necesitamos Netflix, HBO, Skype, Whatsapp, Amazon, Mercadona, etc… nos entretienen, nos ayudan a ser más eficientes, nos permiten reunirnos con personas que están a miles de kilómetros, todo por un módico precio y compitiendo entre ellas. La forma de vida actual de millones de personas sería impensable sin ellas.

En contraste, nuestra carísima Sanidad Pública esta noqueada, justo cuando la crisis sanitaria esta empezando a golpear nuestro país, la Joya de la Corona de nuestro malogrado Estado demuestra su debilidad congénita. A pesar de la voluntad y el esfuerzo por parte de unos profesionales que darán todos lo que tienen, incluso su vida, por sus pacientes. El problema de nuestro sistema de salud público es precisamente ese, que es público, parasitado hasta la médula por políticos que sólo piensan en sacar el mayor beneficio personal hasta las próximas elecciones. Y así, languidece en el momento en el que debería brillar con mas fuerza.

La inutilidad de los Gobiernos que señorean los Estados ha quedado más que demostrada, durante décadas han manejando una ingente cantidad de recursos para luchar unas guerras imposibles de ganar contra unos enemigos imaginarios: violencia machista, igualdad, ecología, reto demográfico, etc… Todo esto ha quedado empequeñecido por un enemigo real que durante meses amenazaba con llegar y ante el que no han tomado ninguna decisión. No hace falta relatar aquí las bochornosas actuaciones de nuestros políticos que van a costar miles de vidas a los ciudadanos que inocentemente confiaron en ellos.

Cuando finalice esta crisis, si es que lo hace, cabría preguntarse si en un mundo con las más extensa regulación que jamás haya existido, con los tamaños de estados más grandes conocidos necesita realmente mas de lo mismo. Si realmente necesitamos a estos políticos para sobrevivir, muchos trataran de convencernos de que es así, pero solo para mantener sus privilegios, su desigualdad sobre el resto de ciudadanos.

El futuro ya está aquí, el mundo ha mutado, aprovechemos para favorecer a los que nos sirven eficientemente y aprovechemos también para expulsar a los que nunca nos han servido absolutamente para nada.

Fdo. Danilos

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