Muchas personas que conozco creen que soy liberal porque lo único que me interesa es pagar pocos impuestos, la verdad es que soy liberal porque creo que una sociedad más libre es más beneficiosa para los individuos que la componen. Un poco más de dinero en el bolsillo del contribuyente se queda en poca cosa comparándolo con una sociedad más próspera, más justa y que permita a sus miembros llevar a cabo sus proyectos de vida. Siempre se ha acusado al liberal de egoísta y de insolidario, es justo al revés, las sociedades liberales benefician más y mejor a todos los integrantes de la misma.

En esta pandemia de Covid que vivimos desde el último año, hemos visto muchas de nuestras libertades restringidas: estados de alarma, toques de queda, , cierre de actividad, etc…. La ciencia y los meses de experiencia nos dicen que si se restringe la movilidad de la población baja el número de infectados y con ella el número de fallecidos. Aparte de la lógica de algunas medidas complementarias como llevar mascarilla en la playa, que podemos discutir su idoneidad, la prioridad es impedir la saturación de los servicios sanitarios, y sabemos que el confinamiento lo consigue.

¿Confinar a la población es antiliberal? Esta pregunta ha ocupado muchas discusiones en foros liberales los últimos meses, creo que la pregunta correcta seria: ¿Confinar beneficia a la sociedad? Sin una gran parte de la población vacunada o un medicamento que ayude eficazmente a luchar contra la enfermedad, nuestra mejor herramienta para evitar la muerte de miles de personas es la restricción de movilidad. Y aunque esta medida parezca contraria a los ideales liberales, no lo es.
Las normas rigen a los grupos humanos, las normas mutan y se adaptan a la nueva realidad que vivan en ese momento los individuos. Una sociedad liberal no es que no tenga reglas, tiene las adecuadas para ese momento actual. Debe ser tan rápida estableciéndolas como para retirarlas cuando ya no tengan utilidad.

¿Se puede confiar en la responsabilidad individual de cada uno? En tal caso ¿Para qué poner cualquier regla? Los ciudadanos no siempre actuamos movidos por el mejor interés hacia los otros y con el mejor juicio posible, lo que a uno le puede parecer bien a otro le puede parecer mal. No se puede dejar la sociedad al arbitrio del parecer de los individuos. Las normas también protegen a los más desfavorecidos y más vulnerables del posible abuso de otro.

Con esto no estoy defendiendo la totalidad de las normas que nos han impuesto en los últimos meses, ni siquiera la forma de hacerlo. Digo que el espíritu de las mismas no se puede ver, en una pandemia, como una restricción de la libertad sino como una forma de beneficiarnos a todos.

 

DANILOS

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