Parece que sea hoy mismo, pero no, corría nada menos que el año 1609 cuando Juan de Mariana SJ, insigne miembro de la Escuela de Salamanca, escribía sobre la depreciación del dinero provocada por las actividades económicamente poco acertadas del Rey Felipe III con la moneda de Vellón, porque estaba usando el equivalente a la impresora de billetes que con tanto empeño quieren manejar algunos de nuestros actuales políticos, como Garzón o Rufián.

El Padre Juan de Mariana denuncia en el esclarecedor ensayo “Tratado de Vellón” una práctica que se hizo habitual en su época y que la Casa de Austria utilizó reiteradamente para tratar de aumentar los ingresos del Estado, con el único efecto de arruinarlo por completo. Consistía en reducir el contenido de metal noble en las monedas de vellón, que estaban hechas de una aleación de plata y cobre. Con eso la Corona lo que hacía era emitir moneda barata, de menor valor y el escolástico le advertía de que no debía intentar obtener ingresos rebajando el contenido metálico de las monedas, porque estos serían ficticios y de perniciosos efectos para la Economía. El argumento que utilizaba era técnicamente exacto y válido a día de hoy. Tal como escribió Mariana, “Si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercancías sin remedio, a la misma proporción que abajaron la moneda”. Es decir, la fabricación de monedas de aleaciones bajas, o su versión actual, la impresión ilimitada de billetes sin respaldo de valor ni demanda alguna, genera que el dinero pierda su poder adquisitivo y todos los precios suban, provocando irremediablemente la inflación.

El Estado lo que emite es una promesa de pago, un pagaré que tiene que estar respaldado por reservas y por la demanda del sector privado. El valor de la moneda emitida, depende de su aceptación como medio de pago. Si el Estado emite billetes apoyado únicamente en la deuda y multiplica las emisiones tanto de papel moneda como de títulos que le endeudan cada vez más, al final esa unidad de cambio carece de valor y se genera la espiral de inflación en la que el socialismo cae de modo inevitable y de la que ya avisaban los primeros liberales hace cuatrocientos años. A nuestro ilustre predecesor, su denuncia de la situación le costó una temporada de cárcel y la inclusión de sus escritos en el índice de libros prohibidos. En la actualidad, simplemente nos queman en la hoguera de la corrección política en redes sociales, pero en cualquier época y lugar, es preciso trasladar a tos los ámbitos de nuestra despistada sociedad el mensaje del valor. Imprimir billetes que nada valen, tal como proponen los ministros social comunistas, es distribuir a la población moneda falsa con la que no podrán sostener sus vidas cotidianas.

Almudena Gómez
Socia de Acción Liberal

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