Pedro Sánchez ha ejecutado una maniobra, al estilo bolivariano, para amedrentar, mediante una demostración de fuerza, a los medios de comunicación y jueces que están destapando e investigando las informaciones sobre su mujer.
La política-espectáculo que los partidos han impuesto en España ha desplazado a la antigua política de propuestas y programas por el tiro al blanco al adversario. Está degradación de las instituciones no hubiera sido posible sin la complicidad de parte de la población, la mayoría de ellas desde las redes sociales. Esto ha quedado demostrado con el pobre poder de convocatoria de las adhesiones inquebrantables que pedía Ferraz el pasado sábado. Y es que, aunque queda algo del forofo de impasible ademán, la mayoría de la población ha vuelto la espalda al esperpento.
Todo esto justo días después de que el mismo gobierno difunda bulos contra la mujer del líder de la oposición, al mismo tiempo que atacaba a la actual pareja de Ayuso. Ha tenido que ser cuando se ha tocado a la propia con información veraz cuando nuestro presidente ha decidido hacer un paripé. Ahora toca un estéril debate para tratar de confundir a la población mezclando información veraz con bulos y así pasar los negocios de la primera dama por legítimos.
Cabe preguntarse si son legítimos y no hay nada que ocultar el porqué de tanta escenografía y quebranto. Preguntas que el gobierno en pos de la no transparencia no se va a molestar en contestar.Así que el debate en vez de centrarlo en la idoneidad de que la primera dama haga negocios mezclando ayudas públicas, se moverá a la libertad de expresión y la justicia.
El control de la justicia por parte de los políticos ha sido una constante desde el comienzo de la democracia en España. Un poder judicial atado y bien atado a la aquiescencia del partido asegura que, tanto los indultos como las amnistías encontrarán siempre más facilidad para salir adelante. De un gobierno que confunde el poder ejecutivo con el legislativo no cabe más que entrar en tromba en el judicial. Ya lo hemos visto intervenir en los últimos meses en los entes televisivos públicos y en las más grandes empresas privadas. No se van a detener ahora y los jueces se pueden ir preparando.
Desde que el mundo es mundo cuando un dirigente político señala a un “enemigo de la democracia” de forma genérica las libertades de los ciudadanos son las primeras damnificadas. Ahora le toca a la “máquina del fango” engrasada y mantenida sin descanso por ellos mismos. Y lo van a utilizar como palanca para seguir erosionando la ya paupérrima situación institucional de este país. Al tiempo.
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